Cada 28 de Junio salimos a las calles con orgullo y rebeldía, rememorando aquel espíritu que, undía de 1969, llevó a nuestras compañeras transmaribibolleras de Nueva York a salir y tomar las calles por nuestros derechos y contra las violencias que sufrían.
El Orgullo LGTBI es una movilización de encuentro y confluencia dentro de nuestra propia lucha: como movimiento LGTBI, con otras luchas emancipatorias, de otros movimientos sociales y populares comprometidos con la causa de la libertad, la igualdad y la diversidad.
No estamos solas en esta lucha, el movimiento feminista, obrero, migrante, laicista, etc. caminan junto a nosotras para subvertir unidas el sistema heteropatriarcal imperante, un sistema que nos oprime y nos quiere sumisas y calladas. Ante esto, nosotras decimos basta. Respondemos unidas y combativas.
Hemos podido percibir y sufrir como las agresiones hacia el colectivo LGTBI van en aumento en cada ámbito de nuestra vida: escuela, trabajo, espacios públicos, etc. Mientras, las administraciones públicas no logran abordar la situación con la contundencia que merece, haciendo oídos sordos a nuestras demandas. Según el último informe del Ministerio del Interior, el 40% de los delitos de odio en 2014 fueron causados por orientación sexual o identidad de género.
Todo esto, perpetuado por el auge de la extrema derecha que resurge con la estafa económica que llaman crisis tratando de perpetuar la LGTBIfobia, el odio y la división entre las de abajo.
Es necesario visibilizar que no sólo sufrimos violencias físicas, sino que en la comunidad LGTBI sufrimos múltiples tipos de violencias que hay que erradicar: Es violencia que nos expulsen a lesbianas y bisexuales de las técnicas de reproducción asistida públicas, es violencia que no se eduque en diversidad afectivo sexual en las aulas, son violencia las reformas laborales que nos obligan a las LGTBI a volver al armario para poder ser aceptadas en el mundo laboral, son violencia los recortes en políticas de igualdad que nos condenan a vivir hundidas en la precariedad, es violencia que se retire la medicación a personas migrantes con VIH-SIDA sin tarjeta sanitaria, es violencia que se patologicen las identidades trans, es violencia que se reprima nuestra voz en las calles.
Para hacer frente a la LGTBIfobia, hay que impulsar la denuncia pública, visibilizando todas y cada una de las agresiones que venimos sufriendo. Su violencia no nos podrá callar. Le plantamos cara con contundencia.
Ante sus ataques, nosotras respondemos en las calles y en las instituciones, con movilizaciones y con propuestas políticas. Pero esto sólo podemos hacerlo con la unidad popular de todas las LGTBI. Con la unidad de las de abajo frente a un régimen del 78 que da sus últimos coletazos para seguir perpetuándose.
El pasado 24 de mayo pudimos comprobar como la brecha abierta en el Régimen del 78 sigue más profunda que nunca; pudimos comprobar que llega el fin del bipartidismo y que tenemos la oportunidad de ganar el país. Ganar el país es una responsabilidad de todas y esto sólo lo conseguiremos estando unidas tal y como han demostrado los procesos de unidad popular en Barcelona, Madrid y otras tantas ciudades. Necesitamos unidad popular contra sus violencias para ganar las calles y las instituciones, conquistando un nuevo modelo de país en el que los derechos LGTBI sean una realidad.
Este momento histórico nos supone la oportunidad de un cambio, la oportunidad de romper las normas del sistema capitalista y heteropatriarcal, y por ello nos plantamos juntas frente al Régimen. Unidas por la libertad y la igualdad, porque juntas no sumamos, juntas multiplicamos ¡Juntas venceremos!